Su Rechazo:  La mestiza del Rey Alfa

Su Rechazo: La mestiza del Rey Alfa

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Hombre Lobo

Introduction
Yo, una loba Omega, fui humillada y despreciada por toda la manada. Aquel día, todos los lobos encontraron a su pareja, yo también. Mi pareja era Liam, el futuro Alfa de la manada Wood Morada. Cuando supo que yo era su pareja, inmediatamente me rechazó porque yo era una Omega inútil que no merecía estar a su lado. Luego reclamó a la hija de Beta, la más bella de de la manada, y se besó con ella delante de mí. No sabía por qué tenía que sufrir tanto, ¡qué había hecho mal! Justo entonces, la diosa de la luna me dio esperanza. Descubrí mi identidad oculta: un sanador. "Yo, Fiona, de la manada Wood Morada, te rechazo, Liam Matthews, como mi compañero". "¿Cómo te atreves? Omega inútil." "Porque soy un curandero, y el Rey Alfa está tras de mí."
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Chapter

Hay un refrán que dice: «Si la vida te da limones, haz limonada». Sin embargo, ¿qué ocurre cuando están podridos? ¿Qué se podría hacer? La persona más optimista encontraría la manera de sacarle provecho a los limones rancios, pero ese no era mi caso. Estaba harta de que jugaran sucio conmigo.

"¿Qué dem*nios es esto?", Liam Matthews gruñó con sus ojos brillando de cólera. "Esto no puede estar pasando. ¡¿Qué clase de broma tan insolente es esta?!", sus gritos hicieron que toda la atención se enfocara en nosotros. "¡¿Qué fue lo que hiciste, m*ldita desgraciada?!", se volteó a mí con ira, y no pude evitar su mirada.

"¿Qué sucede?", la gente a nuestro alrededor susurraba mientras el hijo del alfa me m*ldecía, hasta parecía que me iba a devorar con su mirada llena de malicia.

"Cariño, ¿qué pasa?", la rubia a su lado le preguntó con un puchero, tratando de llamar su atención de nuevo.

"¡Quítate de encima!", se sacudió los hombros para zafarse de su agarre antes de dar contundentes pasos hacia mí.

Mis piernas temblaron al tratar de huir, y mi cuerpo se congeló, reaccionaba de esta manera cada vez que percibía peligro. Me había convertido en una conejita indefensa que se refugiaba en un caparazón ingeniosamente tallado y perfeccionado a lo largo de todos estos años, al mismo que entré para protegerme ante la primera señal de amenaza.

"Es imposible que seas mi pareja", escupió esas palabras en mi cara, salpicándome de saliva por todas partes. "No eres digna de estar conmigo", pronunció en un tono tan bajo que era como si temiera que alguien más lo escuchara. De hecho, hasta a mí me costó oírlo. Se avergonzaba de mí, y lo entendía, pues yo misma me consideraba una persona patética.

Era lamentable que a mis veinte años no tuviera una loba, y era aún más indignante el hecho de que me dejara humillar por toda esta gente sin que me defendiera.

"No soy capaz de aceptarte", Liam rugió directo a mi rostro, su aliento apestaba a alcohol.

"Comprendo", repliqué en lo que me encogía de hombros para ocultar la angustia que me carcomía por dentro.

Mi peor pesadilla se reproducía justo frente a mis ojos. Por mucho tiempo había soñado con encontrar a mi pareja, aunque sabía que sin una loba, las probabilidades de que me rechazara eran muy altas. Como las parejas predestinadas son almas gemelas, no suelen rechazarse. Por esta razón, guardaba un poco de esperanza, sin embargo, mi vida estaba llena de contradicciones.

"Sé que no soy suficiente para ti, y lo entiendo", le murmuré a Liam, todavía sintiendo su respiración golpear contra mi cara. Sorprendido por mi serenidad, él se tambaleó hacia atrás.

«¿Qué? ¿Esperabas que me arrodillara y te rogara para que me aceptaras? Pues no, también tengo un poco de orgullo. Puede que sea una omega huérfana y sin loba, pero aún conservo algo de dignidad, sin importar lo poco que me queda», pensé.

"¡¿Cómo…?!", Liam tartamudeó, y en cuestión de segundos, su rostro enrojecido se volvió pálido. "¿No vas a…?", su aliento a alcohol irritó mis fosas nasales.

"¿Qué pasa, corazón?", Angela dio unos pasos hacia delante y se aferró al brazo de Liam.

Él me contempló con molestia antes de tomar a Angela por la cintura, acercándola a su pecho y estrellando sus labios contra los de ella. Aunque la chica jadeó de sorpresa, lo atrajo más a su propio cuerpo y enredó los dedos en su cabello. A pesar de los silbidos y abucheos de los espectadores, Liam mantuvo sus ojos fijos en mí mientras besaba a la doncella.

Sin importar cuánto aparentara estar bien por fuera, me moría por dentro, era como si alguien me estuviera apuñalando y desgarrando el corazón. Mis latidos se ralentizaron y se me dificultaba respirar. A través de mi vista borrosa, vi que los ojos de Liam brillaron segundos antes de que se cerraran para enfocarse en aquel beso, a lo que yo, quien era su pareja, solo me quedé observando.

Jamás un golpe me había dolido tanto. Ninguna bofetada, patada o palabra me había causado tanto dolor.

Me giré con brusquedad sobre mis talones, mi pecho se sentía tan pesado que me costaba ver la escena que se hallaba frente a mí, y justo antes de que terminara de voltearme, una fuerte voz me detuvo.

"¡Encontré a mi pareja!", Liam gritó en el pasillo, y el silencio me envolvió. Entonces, me giré aturdida para contemplarlo.

«Me pregunto qué estará tramando ahora», pensé.

"¡Felicidades, Angela!", exclamó una chica que estaba cerca de ellos. "¡Tal y como lo dijiste, vas a ser la luna!", y dicho esto, la multitud vitoreó y felicitó a la mujer. Ni siquiera se tomaron la molestia de preguntar quién era su pareja, ya que, de todos modos, no les quedaba dudas después de ese ardiente beso.

La confusión se apoderó de Angela cuando vio a Liam, pues este no apartaba la mirada de mí y traía una mueca en sus labios mientras observaba mi reacción. Una vez que los ojos de la mujer me encontraron, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios, y su rostro se ensombreció. Enseguida, una punzada estremecedora atravesó mi pecho.

"Así es, soy la luna de Liam", dijo con frialdad, alzó la barbilla y sonrió con desdén.

"¡Liam, hijo mío!", el alfa se acercó corriendo al salón, justo en la mejor parte de la fiesta de bienvenida para su hijo.

Instantes atrás, los mayores habían decidido salirse del salón para que los más jóvenes disfrutaran la celebración, no obstante, el alfa y su luna volvieron para felicitar a su hijo por haber encontrado a su pareja. La luna corrió hacia Angela para abrazarla, empujándome en el proceso. Yo solo me reí con ironía, y fue una risa que nadie escuchó.

Deberían felicitarme a mí, y no a Angela, pues yo era la verdadera pareja de Liam. Sin embargo, no podía anunciar tal cosa, él mismo dijo que yo no era digna de estar a su lado, y tenía razón. Acababa de regresar de la academia en donde pasó los últimos cinco años estudiando para hacerse cargo de su manada, así que una chica como yo no daba la talla. En cambio, Angela era más ideal para ese puesto; era la hija del beta, una doncella hermosa y agradable, tenía un cuerpo espectacular, y lo más importante, poseía a una loba beta. ¿Quién era yo comparada con ella? Simplemente nada.

Las lágrimas caían por mis mejillas a medida que atravesaba el pasillo. Intenté convencerme de que eso era lo mejor; aunque Liam me aceptara, su familia no lo haría y jamás me respetaría. Sabía que me quedaba grande el título de luna, y aun así, no podía dejar de llorar.

¿Por qué dolía tanto? ¿Por qué mis limones sabían a rancio? ¿Con cuántos rechazos más tendría que lidiar en mi vida? Tanto mi padre, mi madre como mi manada me rechazaron, y ahora mi pareja también lo hizo. A mi parecer, yo no era suficiente. ¿Cuándo dejaré de ser una inútil? ¿Qué tengo que hacer para que me acepten?

Dado que era una de las ayudantes de la fiesta, no se me permitía retirarme como lo hice, no obstante, mis piernas se movían solas hacia mi habitación. Las lágrimas cayeron con más fuerza y rapidez en lo que subía las escaleras, y una vez que cerré la puerta detrás de mí, grité.

Era demasiado abrumador, las emociones me ahogaban y me dolía la cabeza. Se me estrujó el corazón y se me irritó la garganta cuando grité con más potencia.

"¡¿Por qué a mí?! ¡¿Qué hice para merecerme esto?! ¡¿Por qué tengo que sufrir tanto?!", le grité a la nada, arañando mi pecho. Me dolía tanto el corazón que era como si me hubiesen apuñalado. "¿Qué fue lo que hice mal?", chillé de nuevo. No lo entendía, una carga tan pesada era demasiado para una persona tan simple como yo.

¿Dónde estaba la diosa? ¿Por qué me abandonó? ¿Por qué mi creadora siempre me ponía frente a desafíos tan dolorosos? ¿Cómo era posible que una deidad fuera tan cruel?

"Te odio… E-Eres tan d-despiadada…", blasfemias empezaron a salir de mi boca, y se atascaron en mi garganta. "Se supone que me amas, ¿no? ¿Acaso no me creaste? Entonces, ¿por qué…?".

Hasta la diosa me rechazó.

Jamás supe lo que era el amor, nunca pedí que me amaran y tampoco mendigué cariño. Todo lo que quería en mi vida era que me trataran como una persona con sentimientos. Deseaba que la gente se percatara de mi dolor, ya que pensaba que así me tratarían como un ser que siente, y no como un objeto que podían utilizar a su antojo. ¿Era mucho pedir?

Se suponía que la diosa me daría una pareja amorosa, creí que esa persona sería la única en todo el planeta que me amaría con todos mis defectos, ¿pero por qué tuvo que darme a un hombre como Liam? ¿Por qué siempre me lastiman y me humillan?

"¡Te odio!". Esta vez, no supe hacia quién estaba dirigida esa frase, si a la diosa que me abandonó, o a Liam, quien no solo me rechazó al darse cuenta de que éramos pareja, sino que también proclamó a otra mujer como su luna en mi presencia. "Te odio…", me trabé de nuevo y jadeé. De pronto, la oscuridad se apoderó de mi vista por unos segundos, y sentí como si un cuchillo afilado me atravesara el corazón.

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