Miah Sampson estaba atrapada en un almacén distante que se estaba quemando; le habían inyectado algo y estaba atada de pies y manos, por lo que era incapaz de moverse.

A través de las llamas mortales, miró a su hermana y a su esposo, con quien fue al Registro Civil esa misma mañana para casarse con él.

"¿Por qué?'", Miah gritó con desesperación.

Eliza Sampson y Jason Powell estaban parados a una distancia segura. "¿Todavía no entiendes que todo terminó, Miah?", Eliza dijo con desprecio.

"Jason no te engañó, ¡de hecho, nunca te amó! ¡Se rebajó a perseguirte durante los últimos tres años solo para obtener tus acciones! Ahora que son suyas y que fuiste su esposa por un día, ¡es hora de que mueras!".

Miah no podía creer que el hombre en el que había confiado durante tres años fuera así.

Sintió lágrimas en los ojos. Eliza aún tenía más que decir.

Le susurró: "¿Sabes por qué quiero que mueras quemada? ¡Es la única forma en la que Jason puede separarse de ti sin tener que dividir los bienes! ¡Todas las posesiones de la familia Sampson me pertenecerán a mí y solo a mí! Ah, por cierto, tu madre, quien vivió muy poco, te heredó diez millones de dólares; pero, como lo ignorabas, usé ese dinero hace tres años para continuar con mis estudios en el extranjero".

"Si tu madre supiera que otra mujer le robó a su esposo, que su hija fue asesinada y que el dinero por el que había luchado toda su vida cayó en mi bolsillo, ¡definitivamente se retorcería en su tumba!". Eliza terminó con una carcajada.

A través de las crecientes llamas, Miah vio vagamente que Eliza tiraba de la mano de Jason y salía esbozando una gran sonrisa.

¡En el mar de llamas, los ojos de Miah estaban rojos de dolor y rabia!

¡Los odiaba!

¡Se negaba a resignarse a este destino!

"¡Bum!". Hubo una explosión.

Una columna de cemento cayó hacia ella.

Quería esquivarla, pero no le quedaban fuerzas.

En ese momento escuchó los pasos de alguien que corrió hacia ella y la protegió con su cuerpo.

En el instante siguiente, una viga rota cayó pesadamente sobre la espalda del hombre.

Miah pudo ver claramente su rostro a la luz de las llamas y se quedó atónita.

Bobby Gallagher...

¿Cómo era posible...?

"No tengas miedo, Miah". Los ojos de Bobby estaban inyectados en sangre, como si no hubiera dormido durante varios días.

Había venido a buscarla en cuanto escuchó la noticia, pero no esperaba que fuera demasiado tarde.

"¡No, vete de aquí! ¡Rápido!", Miah gritó a todo pulmón al ver que el techo del almacén se derrumbaba debido a las llamas.

Bobby no se movió, y obstinadamente continuó protegiéndola con su cuerpo del fuego y los escombros que caían.

Miah incluso pudo oler la carne quemada...

"Tú...".

"¿Por qué...?".

"No tengas miedo, Miah, no dejaré que te enfrentes a este mundo sola".

"No te dejaré...".

Incluso si había que cruzar la Laguna Estigia...

"Te acompañaré...".

Las llamas iban envolviendo el hermoso rostro de Bobby mientras hablaba.

Miah cerró los ojos, desesperada.

"¡Jason!".

"¡Eliza!".

"¡Definitivamente no los dejaré escapar, ni siquiera en el más allá!".

"Bobby...".

"Te protegeré en tu próxima vida...".

El fuego se elevó hacia el cielo cuando ella terminó de hablar, tragándose a la pareja que se abrazaba con fuerza...

...

Los ojos de Miah se abrieron de repente.

Ya no estaba rodeada de llamas, sino que se encontraba en una habitación cálida y acogedora.

Aturdida, bajó la vista hacia sus manos: estaban bien; ni siquiera estaban los callos que se había hecho durante su entrenamiento en artes marciales.

Tampoco había rastros de quemaduras en su cuerpo. ¿Qué estaba pasando?

Miró a su alrededor. En un principio había pensado que estaba en la habitación de un hotel, pero descubrió que no era así. Había equipo médico y olía a desinfectante; se sentía más como la habitación exclusiva de un hospital privado.

La invadió la fuerte sensación de que había tenido un déjà vu...

Fue como si una luz se encendiera en su cabeza cuando se dio cuenta de por qué.

Era el día en el que se había reunido con la familia Sampson. ¡Había sido transportada de regreso a su cuerpo de veinte años, al día en el que acababa de regresar a la capital de la ciudad!

Miah apenas pudo reprimir el éxtasis que sintió. Dado que el destino le había dado otra oportunidad en la vida, definitivamente trituraría los huesos de esa escoria hasta convertirlos en polvo.

"Envié tu sangre para que la analicen, Miah. Ahora, por favor, desvístete; te haré un examen físico".

Un hombre con bata blanca entró en la habitación mientras hablaba. Tenía una cara hermosa y había un pequeño lunar en la comisura de uno de sus ojos.

Un fuerte odio surgió en el corazón de Miah al mirar su rostro.

¡Era Jason!

Ahora le guardaba rencor, pero antes no había dudado en quitarse la ropa solo porque le había dicho que la iba a examinar.

En aquel entonces un grupo de reporteros irrumpió en la habitación junto con su maliciosa hermanastra, Eliza, y su madrastra igualmente maliciosa, Holly Chambers. Se aprovecharon de la situación e hicieron un gran escándalo al llamarla p*ta sin hogar, y al decir que intentó seducir al médico en el primer día en la ciudad.

Como resultado, en ese primer día, su padre, su abuela y el resto de los miembros de la familia Sampson la despreciaron y dijeron que era una desgracia para la familia.

Ahora que lo pensaba, Jason, su hermanastra y su madrastra debían haber planeado esto con antelación.

Al recordarlo, Miah tomó el jarrón que estaba junto a la cabecera de la cama y, con todas sus fuerzas, se lo estrelló a Jason en la cabeza. El jarrón hizo un fuerte sonido al romperse.

Jason nunca habría esperado que una pueblerina de aspecto tan frágil hiciera tal movimiento. Su cabeza se abrió instantáneamente y la sangre fluyó de la herida.

"¿Qué estás haciendo, Miah?".

"¿Cómo te atreves a secuestrarme, Jason? ¡Te mataré a golpes!".

Jason nunca esperó que la mujer que lo había seguido obedientemente al hospital cambiaría las cosas y lo acusaría de secuestrarla.

"¿Descubrió nuestro plan?", pensó Jason.

"¿De qué estás hablando, Miah? ¿Qué secuestro? Tú claramente... ¡ah!".

Miah le rompió otro jarrón encima, lo que provocó que él soltara un alarido.

Al ver que la situación estaba fuera de su control, Jason gritó en dirección a la puerta: "¡Vengan rápido! ¡Agárrenla!".

Miah dirigió una mirada fría hacia la puerta cuando una docena de hombres corpulentos entró corriendo.

"Trajiste refuerzos, por lo que veo", Miah se burló. "¿Tenías miedo de que no cooperara y planeabas usar la fuerza?".

Jason tenía una mirada salvaje. Su fachada de caballero había desaparecido.

"Iba a examinarte porque estaba preocupado, Miah, ¡pero no esperaba que lo hicieras tan difícil! ¡Sujeten a esta paciente problemática!".

Miah se burló por dentro.

Esos bast*rdos... Si no se resistía, la calumniarían diciendo que era una z*rra indiscreta.

Pero si se resistía, se haría fama de que era una paciente problemática en todo el país.

¡Pues bien, debía terminar lo que había iniciado!

"¡Si soy culpable, que me castigue la ley! ¡Definitivamente no dejaré que ustedes me intimiden!".

Se escucharon chasquidos cuando Miah hizo crujir los nudillos.

Flexionó los músculos y corrió hacia los hombres.

Por culpa de estos dem*nios intrigantes ella la había pasado muy mal cuando regresó a la casa de la familia Sampson. Habían sido extremadamente prejuiciosos y solo le daban lo mejor a su hermanastra. Miah no solo se quedó sin dinero ni dignidad, sino que también experimentó humillaciones a diario.

Por lo tanto, se vio obligada a abandonar su hogar y unirse a una organización misteriosa en la que trabajó duro y aprendió algunas técnicas de supervivencia.

¡Ahora tenía la oportunidad de vengarse en persona!

Los hombres se quedaron atónitos.

En el siguiente segundo, uno de ellos recibió una fuerte patada en el cuello.

Mientras dejaba escapar un grito de agonía, Miah le asestó un golpe fatal entre los ojos.

En pocos segundos, todos los hombres de negro estaban acostados en el suelo: ella los había derribado a golpes.

Se podían escuchar sonidos de grillos en la sala de vigilancia del hospital, donde un grupo de personas observaba esta escena.

Como eran guardaespaldas, tenían que admitir que los hombres que Jason había contratado eran débiles.

Sin embargo, ¡incluso ellos sintieron miedo después de presenciar las habilidades de la chica en la pantalla!

Frente al monitor, rodeado por los guardaespaldas, estaba sentado un hombre en silla de ruedas.